sábado, 28 de marzo de 2009

AVIONES COMERCIALES

HISTORIA DE LA AVIACION COMERCIAL










Los comienzos de la aviación comercial se remontan a 1910 con el transporte aéreo del correo. Cabe destacar que hacia el año 1939 la compañía PanAmercian sobrevolaba el Atlántico y el Pacífico transportando pasajeros y correo, habiéndose convertido en la década de los 30 en la compañía líder en estos servicios con el célebre hidroavión Boeing 314 Clipper.
El comienzo de la segunda guerra mundial en 1939 interrumpió el servicio aéreo comercial en Europa. A las compañías e industrias aéreas les quedaban pocas alternativas. Muchas de ellas pusieron todos sus recursos al servicio del ejército y la aviación militar de sus respectivos países, otras como KLM siguieron operando en otros continentes ajenos al conflicto, en su caso en Asia, y otras se vieron obligadas a suspender sus rutas como por ejemplo Air France en 1940 ante la ocupación Nazi de Francia o Greater Japanese Airways al involucrarse Japón en la Guerra.
Al finalizar la guerra, toda la tecnología básica de la aviación contemporánea había sido ya desarrollada, como es el caso del motor a reacción, el radar, los avances en el campo de la aerodinámica y los conocimientos de metalurgia. Estos avances, utilizados hasta entonces en los aviones de guerra, se incorporaron y aplicaron a la aviación comercial de manera inmediata, siendo quizás el ejemplo más importante de esta transición tecnológica la compañía Boeing, que pasó de ser una pequeña contratista militar a una de las mayores firmas comerciales del mundo.
Así pues, el fin del conflicto ocasionó una drástica reducción de la demanda de aviones militares, mientras los pedidos de aparatos civiles no hacían más que crecer. En Estados Unidos los pedidos de aviones comerciales pasaron de 6844 en 1941 a 40000 a finales de 1945. De nuevo las líneas aéreas norteamericanas rompieron las plusmarcas anteriores en todos los tipos de tráfico, y consiguieron sustanciales mejoras con respecto a 1941, antes de la entrada en guerra de los Estados Unidos.
En 1945 renace Air France, fruto de la unión de varias pequeñas compañías francesas. A su vez, el resto de compañías van reanudando sus vuelos y servicios comerciales. La American Overlines opera en el Atlántico Norte con el
DC-4, un cuatrimotor capaz de cruzar el Atlántico sin escalas, y en 1946 la United Overseas inicia los vuelos transcontinentales. Un año más tarde, el 20 de mayo de 1947, American Airlines es la primera compañía en ofrecer vuelos transcontinentales con cabina presurizada, con el modelo Superconstellation de Lockheed, lo que supuso un gran avance en materia de confort para pasajeros, además de permitir vuelos a mayor altitud.
En 1946 se inauguró la línea Madrid-Buenos Aires, con el célebre
DC-4. En 1953, Iberia adquirió el Bristol 170 en sustitución de los viejos DC-3, en la ruta a Palma de Mallorca. Más tarde, adquirió 3 unidades del excelente Lockheed 1049 Superconstellation, con cabina estanca, que fueron bautizados como las carabelas de Colón. Se utilizaron para vuelos transoceánicos y en 1954 ya volaban a Nueva York. En 1957 se incorporó el bimotor Convair 440 Metropolitan.
En los años posteriores al fin de la segunda guerra mundial se generaliza el uso de aviones con motores de turbohélice, aún usados hoy en día en rutas cortas. Se mejoraron los aeropuertos, los pronósticos meteorológicos y las ayudas a la navegación fueron siendo cada vez más eficientes. Todo esto, unido a la reducción de las tarifas tanto de pasaje como de carga, además de la mejora en la seguridad de vuelo y navegación hará que a lo largo de los años siguientes el transporte aéreo se popularice enormemente debido a la confianza que los pasajeros empezaron a depositar en los aviones. Aumenta la demanda pública de transporte aéreo, que creció a niveles desconocidos hasta entonces gracias a la prosperidad económica de la posguerra.
El motor a reacción revolucionó el transporte aéreo. Los nuevos aviones eran capaces de volar a elevadas velocidades y mayores altitudes, reduciendo los tiempos de vuelo considerablemente, así por ejemplo se pasó de 85 a 36 horas en los vuelos de Tokio a Londres. En un primer momento hubo cierto recelo hacia este sistema de propulsión, pues si bien sus prestaciones suponían un avance indiscutible, también era cierto que sus temperaturas de operación iban a requerir aleaciones de metal más resistentes, y se ponía en duda la longevidad y fiabilidad de los aviones a largo plazo. Además su consumo de combustible era mayor, por lo que hubo cierto escepticismo por parte de las compañías y fabricantes. Para las aerolíneas supuso la necesidad de establecer medidas de mantenimiento mucho más estrictas y de contratar más personal cualificado, además de tener que disponer de instalaciones más sofisticadas; para los pasajeros, la posibilidad de volar con mayores condiciones de confort, menos ruido, y, lo más importante, en menos tiempo. Al igual que en 1920 con la aplicación del motor de pistón para la aviación civil, el motor a reacción supuso una revolución y el comienzo de una nueva era para la aeronáutica y para el transporte aéreo.

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La primera compañía en emplear estos motores en vuelos comerciales fue la British Overseas Aircraft Company (BOAC), que en 1952 voló con el Comet de Londres Johannesburgo, con paradas en Roma, Beirut, Jartoum, Livingstone, etc. En aquellos años, mientras el DC3 volaba a 290km/h, el Comet alcanzaba 772km/h, con escaso nivel de ruido y vibraciones. Las compañías y la industria se dieron cuenta entonces de que el futuro estaba en este nuevo tipo de aviones y comenzaron a apostar fuerte por ellos.
La fiabilidad del
Comet se puso en duda cuando algunos de ellos explotaron en vuelo.
Esto fue debido a un fallo de diseño, que hacía que al ser las ventanillas cuadradas se originasen en sus vértices unas tensiones que rompían la estructura. Esto no impidió que las compañías siguiesen apostando por los aviones comerciales con motor a reacción. El fallo del
Comet fue corregido por los ingenieros en sus posteriores versiones.
El gran desarrollo de la aviación a escala mundial obligó a todos los países a establecer leyes y regulaciones que permitan un eficiente y seguro tráfico aéreo y a firmar convenios y protocolos internacionales que garantizaran la regularidad de los vuelos. Así mismo el 7 de Diciembre de 1944 se firmó La Convención de Chicago formándose la OACI (Organización de Aviación Civil Internacional) o ICAO en inglés firmada por cincuenta y dos países.
Ya en 1952 la TWA oferta vuelos sin escalas entre las costas este y oeste, de Nueva York a Los ángeles. Mientras tanto, Air France se consolida como una gran compañía a nivel mundial, y en Alemania la reconstrucción de la posguerra va dando sus frutos y en 1954 se vuelve a crear la Lufthansa.
La soviética Aeroflot fue la primera compañía en ofrecer vuelos regulares a reacción. La primera línea fue Moscú-Irkutsk (en Asia), establecida en 1956.
En 1958 el Boeing 707 comienza a operar en rutas entre Europa y EEUU. Ese se inaugura la línea Londres Nueva York, con escala en Terranova. El primer vuelo transportó a 111 pasajeros, el número más grande jamás transportado hasta la fecha en un vuelo regular.
Pese a la competencia, el liderazgo de la Pan American era indiscutible. En 1959, tras unas negociaciones con Boeing para fabricar un 707 con mayor autonomía, ofrecía ya vuelos de Europa a Estados Unidos sin escalas.
Las demás compañías, siguiendo el ejemplo de la PanAm, sustituyeron paulatinamente sus viejos aviones de motor de pistones por los nuevos a reacción. Ya a finales de la década de los cincuenta todas las grandes compañías contaban con aviones a reacción en sus flotas.
También compañías como KLM, Air France, Iberia, SABENA, Air India, Swissair, JAL, etc., empleando el Dc8 o el 707 comenzaron a ofertar rutas a distintos lugares, teniendo siempre como ejemplo a la Pan American.
Entre 1940 y 1960, por tanto, se extendió el uso del avión para el transporte de pasajeros como negocio y se consolidó definitivamente como un sistema de transporte para el gran público, no para una minoría de elevada posición social como fue en sus orígenes. En la década de los sesenta y posteriores el crecimiento y expansión del sector serán imparables